Es uno de los rincones más bonitos y desconocidos de la ciudad, cuesta creer que haya un lugar así en Madrid.
Llamado “El Madrid Moderno”, llegó a ser el más europeo de los barrios madrileños. Se empezó a construir por el año 1890 y finalizó por el 1906, el objetivo era proporcionar a los obreros del extrarradio una vivienda con mejores condiciones higiénicas, aunque fue la clase burguesa la que acabó viviendo en estos hotelitos modernistas.
Eran unos chalets adosados unifamiliares, que recuerdan a las casas inglesas con un pequeño jardín delantero cerrado por verjas de hierro fundido, con sótano y balcón-mirador apoyado sobre columnas de hierro. Al final de cada hilera de casas había un torreón con esferas de colores, ahora sólo queda uno en la colonia (La casa de las Bolas en esquina Goya con Alcalá es del mismo arquitecto).
Llegó a construirse un centenar de estos “Hotelitos”, hoy por desgracia solo han sobrevivido una docena reducidos a tres calles, Francisco Navacerrada, Roma y Castelar. Cuando paseamos por estas calles y contemplamos los hotelitos de estilo modernista, nos sobrecoge una sensación agridulce al imaginar cómo era la vida en esta espectacular colonia por el siglo XIX y como se ha llegado a borrar casi por completo por culpa de la especulación y la dejadez del ayuntamiento.
No a todo el mundo le gustó la construcción de la colonia y prueba de eso es que Azorín describió aquel nuevo barrio como: “Todo chillón, pequeño, presuntuoso, de una vanidad cacareante, propia de un pueblo de tenderos y burócratas”.
Accesibilidad:La acera es algo estrecha aunque se puede transitar con silla de ruedas.Hay varias plazas reservadas de aparcamiento en Calle Roma y Calle Ruiz Perelló.